Irreverencia y transgresión de Peri Rosi

Irreverencia y transgresión de Peri Rosi

El exilio y el erotismo marcan la obra de la narradora y poeta uruguaya-española Cristina Peri Rossi (1941), quien, a sus 83 años, “conserva la irreverencia y la libertad creativa” que la han caracterizado desde 1963, cuando publicó su primer libro de cuentos, Viviendo.

La ganadora del Premio Cervantes 2021, quien vive en Barcelona desde 1972, desafió desde sus cuentos, novelas, poemas y ensayos al poder político y a las normas establecidas de una sociedad que no visibiliza a las mujeres.

“La transgresión literaria y la transgresión desde la sexualidad constituyen los dos núcleos más potentes y más propios de su literatura. Estos guían la selección de los textos”, comenta en entrevista Sandra Lorenzano, a propósito del número 149 de Material de Lectura, la colección de Publicaciones y Fomento Editorial de la UNAM que busca acercar a los jóvenes universitarios a los grandes escritores.

“Es irreverente. Nunca apostó al mercado. Nunca se colocó en los grupos de exiliados. Hace algo totalmente diferente. Es la suya una prosa, escriba sobre lo que escriba, muy reconocible, con ironía aguda, dolida, burlona”, agrega la autora de la nota introductoria del título que incluye Tristán e Isolda, El testigo, Solitario de amor (fragmento), La cabalgata y Lovelys.

“El reto fue volver a leer los cuentos de una Peri Rossi con mucho prestigio, ratificada por el Cervantes. Le da prestigio a la literatura de mujeres latinoamericanas; a las narrativas escritas en los exilios, las migraciones, los desplazamientos, que cada vez más son una marca de la literatura latinoamericana; y, sobre todo, el Cervantes fue un reconocimiento a una literatura femenina irreverente, que es su característica más importante”, destaca Lorenzano.

La escritora señala que “gran parte del valor de la literatura de Peri Rossi está en esa libertad absoluta que ella se dio para escribir. Sigue manteniendo su lugar de mucha autonomía. Ha quedado a su aire, libertad creativa absoluta; pero también de mucha soledad”.

Dice que la autora se refugió en el erotismo. “Es una decisión literaria, hablar de temas eróticos, casi pornográficos, una mirada muy frontal a la sexualidad, Y una reivindicación de su propio lesbianismo, en un momento en que eso no estaba en el panorama literario”, finalizó.