Esta columna se forma con varios cuentecillos de humor lene y una sentida -aunque quizás ingenua- arenga patriótica. Un tipo le contó a su amigo: “El cura de mi pueblo es tan estricto en cuestiones de moral que los novios tienen que ir a casarse a otro pueblo”. “¿Por qué?” -se extrañó el otro. Explicó el tipo: “Dice el cura que él no celebra matrimonios porque no puede participar en un juego de azar”. “Mi novio tiene doble personalidad -comentó Rosibel-. Unas veces es inteligente, simpático, entretenido, amable y con un gran don de gentes, y otras veces no trae dinero”... En la sala de la casa de su novia el ardoroso galán encomiaba los encantos de su dulcinea. La hermanita de la chica lo oía todo oculta tras una cortina, “¡Qué hermoso cabello tienes, Susiflor!” -dijo el muchacho. Y la novia, modesta y pudorosa: “Es tuyo, Leovigildo”. “¡Qué bello tu rostro, amor mío!”. “Es tuyo, mi cielo”. “¡Qué cuello más lindo!”. “Es tuyo, tesoro”. En eso asomó la hermanita: “Leovigildo: cuando llegues al busto, ése no es tuyo ni de ella. Es de relleno”... ¿Quién va a sacar a México de la aflictiva situación en que hoy se encuentra? ¿El Gobierno? ¡No! ¿Un milagro del cielo? ¡No! ¿Entonces quién chingaos lo va a sacar? ¡Nosotros! Usted y yo, mexicanos que amamos a nuestro país, que nos preocupamos por él, que no toleramos el autoritarismo caudillista ni la corrupción reinante. Nuestra patria no está condenada a ser botín de una camarilla. Sintamos orgullo de ser mexicanos, defendamos a nuestro país con nuestra voz y nuestra participación de ciudadanos contra quienes han atentado contra la libertad, la democracia y la justicia, y veremos que más temprano que tarde México será lo que todos queremos que sea: un país mejor para nosotros y para nuestros hijos... En el vagón del ferrocarril los pasajeros se disponían a dormir. De pronto en la penumbra se oyó una voz femenina: “Pepe, no puedo creer que ya estemos casados”. Al rato, otra vez la misma voz: “Pepe, no puedo creer que ya estemos casados”. Y poco después, de nuevo: “Pepe, no puedo creer que ya estemos casados”. Del fondo del vagón, se oyó otra voz, ésta de hombre enojado: “Convéncela, Pepe, para que ya nos deje dormir”... La dueña de la casa llamó a la puerta de la habitación de su joven inquilina y le preguntó: “Rosibel: ¿me engaño o tienes en tu cuarto a un caballero?”. Respondió la chica: “Por la forma en que se está comportando no creo que lo sea”... El marido de doña Uglicia llegó a su casa y encontró a su esposa en brazos de un desconocido. Con acento de compasión le preguntó al sujeto: “Dígame la verdad, pobre hombre. Mi mujer le sabe algo y lo está chantajeando, ¿verdad?”... Todos los días doña Cacariola iba a la tienda de la esquina y compraba media docena de latas de comida para perro. Al tendero le llamó la atención eso y le dijo a la señora: “Su perro ha de comer mucho”. Contestó doña Cacariola: “No tengo perro. La comida es para mi esposo”. “¿Le da de comer a su marido comida para perro? -se asombró el de la tienda-. ¡No lo haga! ¿Eso puede matarlo!”. “No -opuso la doña-. Le gusta mucho, y a mí me ahorra trabajo”. Semanas después el tendero se enteró por el obituario del periódico de la muerte del señor. Acudió a darle el pésame a doña Cacariola, y le dijo: “Le advertí que la comida para perro podía matar a su marido”. “No lo mató la comida -replicó la viuda-. Se rompió el cuello tratando de lamerse abajo”. El pollito le preguntó a mamá gallina: “Mami: ¿te costó mucho trabajo traerme al mundo?”. “Sí, hijito -respondió la gallinita con ternura-. Me costó un huevo”... FIN.
Mirador
Por Armando Fuentes Aguirre
Me habría gustado conocer a Pierre-Augustin Caron, francés.
Hijo de un relojero, aprendió el sutil arte de hacer y de arreglar máquinas para medir el tiempo. Introdujo en el mecanismo de los relojes innovaciones que se siguen usando aún ahora. Con el dinero que ganó se puso a hacer negocios. Enriquecido, adquirió un barco de guerra que usaba para sus aventuras amorosas y políticas. En su navío sedujo a una marquesa y transportó armas destinadas a los rebeldes norteamericanos que buscaban su independencia de Inglaterra.
Le gustaba la música. Llegó a ser tan consumado arpista que Luis XVI le pidió dar lecciones a sus hijas. Heterodoxo, dirigió la edición de las obras completas de Voltaire. Inquieto, escribió dos obras de teatro que tuvieron gran éxito en París.
Pierre-Augustin Caron, francés. Se le conoce mejor por su otro nombre: Beaumarchais. Es el autor de “El Barbero de Sevilla” y de “Las Bodas de Fígaro”. Me habría gustado conocerlo. Sabía él que, aunque tengamos que trabajar y medir el tiempo, nuestra vida no está completa si falta en ella la presencia de la música, la poesía y la mujer. No necesariamente en ese orden.
¡Hasta mañana!...
Manganitas
Por AFA.
“Las tablets impiden el diálogo en los hogares”.
A las familias, explican,
las tablets traen división.
Pero haré una aclaración:
sin tablets se multiplican.